viernes, 15 de abril de 2011

En tierra de felinos


                 
Desde nuestro campamento se observaba majestuoso  el Kilimanjaro, la montaña más alta de Africa; los Masai le llaman “Ngáje Ngui”, que significa “La casa de Dios”.  Cuenta Hemingway  que en la cima del volcán de  las nieves eternas, se encontró  el esqueleto seco y helado de un leopardo que  nadie ha podido explicar su presencia por aquellas alturas.
La montaña que es compartida por Kenya y Tanzania, está rodeada de exuberante flora y exótica fauna.
A los pies de la montaña, las jirafas “ ramonean” tranquilas en las copas de las acacias.  Por la vastedad de los  pastizales  los impalas surcan  el  aire con  la elegancia de los gimnastas.  Los rinocerontes, los búfalos y  
los elefantes pastan tranquilos a sabiendas que su principal predador dormita  a prudente distancia. 
A lo lejos dos guerreros Masai pastorean sus reses empuñando sendas lanzas para proteger su ganado y su propia vida. Por su porte y  gallardía los Masai son considerados la realeza africana. Son un pueblo nómada que transita libremente por las tierras africanas ignorando fronteras.
En la década de los 70s el gobierno keniano, emprendió  una iniciativa bien intencionada pero torpe: les construyó un desarrollo  habitacional con estilo occidental. Las casas solo fueron ocupadas por alimañas y maleza. 
    Un viaje largo
Acompañando a un equipo de especialistas en varias disciplinas, y yo registrando en video y fotografía,  recorrimos  varios países del este africano. Me encontraba en un safari, que en swahili significa “viaje largo”. El objetivo  era recolectar la variada fauna y flora del este de Africa, para recrear con fines didácticos los dioramas del Museo de Historia Natural del condado de Los Angeles.
Teníamos la encomienda de cazar diferentes mamíferos, en especial felinos, cuyos permisos fueron debidamente autorizados por el Departamento de Fauna de Tanzania. Cruzando las vastas llanuras del Serengueti  llegamos a  Maswa, tierra de los leones más salvajes de Africa.  Es preciso aclarar  que los leones que usted ha visto en documentales son filmados en reservas protegidas, donde las fieras saben que no serán molestadas por el ser humano y  por lo tanto toleran su cercanía. En cambio, los leones de Maswa son salvajes, algunos son conocidos como Man-eaters (devoradores de hombres ) peligrosos  felinos que con 250 kilos de músculos , fauces y garras asolan las aldeas y el ganado , y además, devoran a un promedio de  40 personas al año.  
   Un león acorralado  
Después de 4 arduos días de intensa búsqueda, encontramos un búfalo con las señas de haber sido de aniquilado por un león. El guía encontró las huellas del felino y las seguimos. Después de una larga caminata, descubrimos  al león melena negra  tomando agua en un arroyo al fondo de un cañón cerrado, flanqueado por enormes rocas.
Al olfatear nuestra presencia, el imponente felino dejo de beber y se dedicó a observarnos con una mirada profunda.
Pasaron unos segundos, y el  experimentado cazador nos hizo señas para alejarnos. Al llegar al campamento le pregunté el motivo de la retirada. Su razonamiento fue una lección: “ Mira Franco, en esa cañada el león no tenía otra salida;  yo pude haber disparado con éxito, pero de haber fallado, el  león hubiera arremetido contra nosotros  con  tremenda furia y nada, ni nadie, hubiera sido capaz de detenerlo.  Por seguridad -me explicó-  una  bestia debe tener  cuando menos una vía de escape. Con la boca seca le di un profundo trago a mi copa.
Extrapolando esa experiencia  al momento que vivimos en nuestro país, me parece que el acorralar, amedrentar y acosar es exponerse  a correr el terrible riesgo de enfrentar la muerte: todos los mexicanos somos testigos de ello.  Pienso que a diferencia de la ley de la selva,  aquí el triunfo no corresponderá al más fuerte, sino al más inteligente.

sábado, 9 de abril de 2011

El maestro lo dijo




Cuando pienso en educación, recuerdo una frase que pronunció  don Jesús Reyes Heroles  ante  cientos  de maestros que escuchaban atentos el pregón del veracruzano.  Con un fraseo rotundo y claro - de esos que no dejan duda -  les dijo: “ El que no sirve… no sirve”.
La misión del maestro es precisamente el servir.  Servir  a la sociedad como un inmejorable  vehículo transmisor de conocimientos. Servir al alumno en sus inquietudes  y  adoptar un sólido  compromiso profesional frente  a la ignorancia.   
Debemos comprender  cabalmente que el ejercicio de  la  pedagogía es el resultado de  una entrega apasionada,  de una vocación perfectamente delineada   y  no de una “chamba”: una de esas que se buscan  y  - lo peor -   que  se conceden  por  equivocación.
La semana pasada un conocido me confió: “ Me quedé sin trabajo a principios del  sexenio y  bueno,  pues conseguí unas clases, por mientras me sale  algo mejor “.  Entendí  claramente  que  aquel profesionista buscó  la cátedra como una acción emergente, como una solución transitoria.  Deduje que su desconocimiento del magisterio era amplio, así que mientras él  continuaba hablando, me ausenté sin moverme y  una imagen vino a  mi mente: pobres alumnos.
Los tiempos  de la educación autoritaria que acuñó  la frase  “La letra con sangre entra”,  quedaron atrás.  Recuerdo con alegría como  me salvé del terrible  “borradorazo”  que me lanzó la maestra Sarita,  con una tremenda  fuerza, pero con una extraviada  puntería.  Quince centímetros me salvaron de que la educación no me sacara  sangre.
Después de la saludable digresión, retomo: en nuestros días  el  maestro debe  optar  por  la condición de coordinador,  que  entienda que es preferible sugerir, que ordenar, que comprenda que la seducción es el recurso más  efectivo para sembrar en el alumno,  la inquietud por el conocimiento.  
                          Un personaje inolvidable
Tuve la oportunidad de colaborar durante dos décadas en la Universidad del Noroeste. Ahí lo conocí,  era  un  maestro jovial, inteligente y  además, culto. Como toda persona carismática, tenía un excelente trato, una sonrisa permanente  y un agudo sentido del humor, su nombre: Prof.Horacio Soria Larrea.  
Solía decirnos  con la certeza que da la convicción: “Maestro sentado no sirve”.  Con este apotegma el Prof. Soria nos alentaba a  utilizar todos los recursos pedagógicos y hasta escénicos,  para mantener la atención del estudiante;  nos pedía aplicar la asertividad, como un comportamiento comunicacional maduro en el que el maestro no agrede, pero tampoco se somete a la voluntad de los alumnos.  Esto es, mantener el timón con firmeza,  pero,  arriar las velas cuando la situación  así  lo demanda. 
El Profesor Soria era un hombre de ideas, apunto una de ellas que compendia su filosofía educativa: “ Nuestro alumno no es mármol ni arcilla.  Son ellos, aves que quieren volar. Son así espíritus que buscan la libertad.  Ayudémosle a elevarse. Apoyémosles en su liberación”. 
En la primavera de 1989, se celebró  el 50 aniversario de vida magisterial del Profesor Soria. Recordemos uno de sus mensajes:   “Puede que pase una vez por este sitio. - Dijo un filósofo Francés- por tanto, si hay algo bueno y generoso que pueda hacer, déjenme hacerlo ahora; que no se me detenga, porque puede que no pase otra vez por aquí.  ¡Y hay tanto que hacer!”.  Ahora yo  lo afirmo  y lo subrayo con profunda admiración: Magister Dixit , el maestro lo dijo.

sábado, 2 de abril de 2011

El compromiso de un cineasta


                
Su posición era privilegiada: Director de noticias de la cadena Telemundo, lo que representaba un buen sueldo y un confortable status de vida;  sin embargo, el confinamiento de la oficina y  la corbata  que asfixia lo aprisionaban, por ello, decidió renunciar  y   perseguir un ideal: estudiar  cinematografía en Nueva York.  Elena Poniatowska  lo apunta con su conocida sapiencia: la finalidad de la vida no es necesariamente prosperar sino transformarse. Pedro Ultreras  se transformó - en una suerte de admirable metamorfosis -  y  es hoy un exitoso director de cine con dos estupendas  películas en sus alforjas: Siete Soles y La Bestia.
 
Pedro Ultreras nació en el estado de Durango y emigró con su familia a los Estados Unidos.  Como reportero de televisión  ha viajado  -y lo sigue haciendo-  por los cinco continentes realizando como free lance, reportajes  para diferentes corporaciones noticiosas. Esta actividad  le reporta no solo una vasta experiencia formativa,  sino además,  el respaldo económico necesario  para dedicarse a lo que lo apasiona, la cinematografía. 

                              Su ópera prima 

Hace  cuatro años  frente a una taza de café me confió su proyecto: la realización de una película con el tema de los migrantes mexicanos que  se aventuran por el candente e inhóspito desierto de Sonora.  Nos pusimos inmediatamente a trabajar, y fue así que  con el apoyo  de un eficiente staff técnico y buen número de talentosos  actores sonorenses,  Pedro rodó en nuestro estado la película Siete soles, un film  que ha tenido una extraordinaria  aceptación en diez festivales de cine alrededor del mundo.  

                             La bestia 

En 2009 me planteó  su segundo proyecto cinematográfico; este plagado de riesgos: la filmación de  la  migración de miles de centroamericanos que se internan diariamente a nuestro país sobre el lomo de La Bestia, también llamado El tren de la muerte

Pedro viajó al sur de nuestro país.  Investigó minuciosamente  el trayecto de los migrantes, charló con ellos,  visitó los albergues,  tomó su cámara se montó en los vagones de la Bestia y empezó a filmar.  En esta aventura lo acompañó Hiram González, realizador nogalense que con una segunda cámara, lo siguió en automóvil durante el trayecto, mientras Ultreras filmaba el angustioso viaje.  Pasando fríos  y  hambre, evadiendo a los asaltantes y cuidándose del traicionero tren, Pedro filmó un extraordinario documento que será un referente obligado para aquel que quiera ser testigo de las vejaciones que sufren en nuestro país los migrantes centroamericanos.   

                             La premiere en la SSH

El jueves 24 de marzo con un auditorio abarrotado se presentó en la Sociedad Sonorense de Historia, la premiere en México de La Bestia. El DVD  ya está a la venta en Estados Unidos,  Canada  y Puerto Rico en Walt-Mart y  Best Buy.   En estos momentos Pedro Ultreras participa  con La Bestia en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, en donde buscará  un distribuidor para México y Centroamérica.  
Mi amigo Pedro Ultreras  es un realizador que trabaja intensamente  por  llevar a la pantalla  una realidad a veces cruda, quizá descarnada, pero jamás complaciente.  Plantear un problema con claridad como  lo hace Ultreras  es -  a no dudarlo  -  el primer paso para encontrar una solución.Pedro trabaja  callada,  laboriosamente, como una hormiga, pero no olvidemos nunca,  que hace más una hormiga andando que un gigante parado. 

 Si usted desea más información sobre este realizador puede encontrarla en www.pedroultreras.com y www.labestiadoc.com

 Si desea contactarlo, lo puede hacer a su mail: ultrerassp@mac.com

sábado, 19 de marzo de 2011

Cruel verdad o mentira piadosa



Hay momentos que parecen tan ajenos como los mismos espectros. Uno de ellos es el que hoy relataré : La noche había sido desesperadamente lenta. El reloj indicaba las 5 : 36 de la madrugada, “La hora del lobo”.


El silencio se rompe con el rechinar de los pasos de plástico sobre el piso. La emergencia se ha declarado. Ordenes precisas mueven a la acción; las miradas se cruzan inquisitivas, mientras una voz dolorosa inicia la plegaria: “ Protégelo Cristo redentor…”

El latir de los aparatos, tac… tac… tac… marca con necia precisión el endeble lindero entre la vida y la muerte.

Fluidos ligeros punzan el cuerpo; hay que someter al dolor, engañar al sufrimiento y evadir lo inexorable.

En el taburete se alinean los medicamentos que recuerdan a los gladiadores romanos: Diclofenaco, Doloneurobrion, Naproxeno y Clonozepam.

Flota en el ambiente el olor de la asepsia, un aroma que todo lo invade. Un hospital es un templo al dolor, un espacio donde se encuentran el júbilo de la primera luz con la desgracia del último aliento.

Según Federico Campbell, "La hora del lobo" es el umbral del paso del sueño a la vigilia, un punto que se dilata entre la madrugada y el amanecer, el momento en el que las estadísticas marcan que nacen la mayoría de los niños y mueren casi todos los moribundos.

El dilema

La gravedad de un enfermo en su fase terminal es enfrentada por dos líneas de pensamiento: la tradicional señala que al paciente se le debe matizar un mal diagnóstico y en algunos casos ocultarlo, su justificación es la de propiciar que los últimos días sean más llevaderos; por otro lado, hay una tendencia que indica que al enfermo se le debe comunicar puntualmente la gravedad de su caso, con ello, el desahuciado tendrá la oportunidad de arreglar – no sé si tranquilamente - todos sus pendientes.

¿Qué decisión tomar? ¿Optar por la mentira piadosa o por la cruel verdad?

La pañoleta de la madre

Recuerdo la lectura de una obra de Alejandro Dumas, donde se aborda el tema de original manera. Cito de memoria, asumiendo el riesgo que ello implica: un condenado a muerte observa angustiado como entre lastimeros ruegos, su compañero de celda es conducido al sacrificio. En la penosa espera su madre lo visita: “ Hijo, sé como te sientes - le dice comprensivamente - pero mira, yo tengo la solución: ésta noche hablaré con el verdugo y acordaré tu salvación en el último momento. Sólo te pido que cuando salgas a la plaza me mires: si llevo una pañoleta blanca en el cuello, será la señal de que todo ha sido arreglado, pero, debo advertirte, si porto una pañoleta negra es que no pude hacer nada por ti”. Llegó el momento de la ejecución y el condenado vio la pañoleta blanca en el cuello de su madre y reconfortado fue conducido con tranquilidad a la horca donde se encontró con la muerte. La madre había optado por la mentira piadosa.

Mi admirado José Romano y Muñoz influenciado por el pensamiento de Heidegger y Sartre, publicó en 1953 su obra “Hacia una filosofía existencial “, donde el sabio maestro afirma: “Arrancar a un hombre el patrimonio, la honra o la vida es cosa grave, pero arrancarle la esperanza, único asidero para toda angustia, es obra de la razón llevada a la perversidad “.



lunes, 14 de marzo de 2011

Un soñador de pelo largo



Me estrenaba como adolescente cuando lo escuché por primera vez. 
Mis amigos mayores coleccionaban sus discos. Uno regresaba de Monterrey ,  otro de México, ambos acarreaban sus discos y prendados de ellos, los sueños de juventud.  

España vivía  tiempos oscuros, tiempos de  una dictadura  que intoxicó   por 36 años a la península, y reprimió al temerario que se atrevió a expresar algún pensamiento libertario. 

Joan Manuel Serrat  conoció la censura, postura  fascista que  le impidió cantar en su lengua materna  el tema “La, la, la” en  el  Festival  Eurovisión de 1968.  El gobierno opresor extendió el veto a  la radio y televisión españolas, lo que obligó  al artista a buscar nuevos horizontes.  
   
Que va a ser de ti lejos de casa 

Había transcurrido tan solo un año de la matanza de Tlatelolco cuando la UNAM, le abrió  amorosamente los brazos  para presentar su disco La paloma en la Facultad de Filosofía y Letras.  Los universitarios se identificaron con su canto y Joan Manuel se convirtió en un referente obligado.  

Serrat  se encontraba en México en 1975, cuando se pronunció contra  la condena de muerte de cinco militantes del Frente Revolucionario  Antifascista  y Patriota  (Frap) y Euskadi Ta Askatasuna (Eta). La dictadura respondió acorde a su naturaleza y  el artista  sufrió  el destierro.
Capitaneando  a  un  grupo trashumante, Serrat  abordó un camión bautizado como” La gordita”,  con el que  corrió la legua  por los caminos de México, lidiando en algunas plazas  con  modestos presupuestos.  Aquel año promocionaba su disco Piel de manzana, concierto que  presencié  en el Cinema Río 70 de la ciudad de Monterrey, y en el que por cierto, el artista  reprendió  a un sujeto  que  durante la presentación charlaba campanudamente.  Comprendí que el catalán era de mecha corta.
Como no hay mal que dure 100 años, ni dictador que los aguante, la biología hizo su trabajo y Francisco Franco Bahamonde  falleció el 20 de noviembre de 1975. España se liberó del tirano y Serrat pudo regresar a su tierra.
  
Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar 
Cuando mi hijo  Luis Fernando descubrió en mi estudio  un disco de vinil de 33 RPM., abrió los ojos desmesuradamente, y me preguntó :
¡¿ Qué es esto? ! 

Era el disco dedicado a  Antonio Machado, con el que Serrat nos enseñó  que cuando la  poesía se funde con la música, el resultado es vibrante y gozoso: “ Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro, donde madura el limonero…”.  El mismo efecto  mágico se repitió  en el disco que le dedica a  Miguel Hernández, dueño de una poesía profundamente dolorosa, eco  palpitante  de los horrores de la Guerra Civil.  Recordemos juntos la primera línea de Elegía: “ En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé a quien tanto quería…”.  Machado, Hernández y Serrat  son poetas que expresan bajo el amparo del verbo lo que todos sentimos.  Influenciado poética y musicalmente por la chanson  francesa de Jacques Brel y Georges BrassensSerrat  llevó  el arte de la poesía a las masas.     
                              
Cómo no te voy a querer

Después de 41 años, nuevamente la UNAM recibió  jubilosamente a Serrat para otorgarle la Medalla Centenario.  En el evento el rector Dr. José Narro Robles afirmó: " Serrat como figura pública sigue defendiendo los mismos principios que defendió desde su juventud.  Continúa  vigente porque sigue enseñándonos con su canto, con su palabra y con su poesía, que incluso a través de la tristeza se puede encontrar parte de la felicidad".

Las palabras del rector, me recordaron que en los tiempos preparatorianos una tarde escuchaba a  Serrat, cuando mi madre entreabrió la puerta y me dijo: “Qué música tan triste escuchas”.  

Se refería a “Mi niñez “, canción que con la obstinada acción de tocarla en mi tornamesa, una y otra vez, el disco  se estropeó para siempre.  
El que no se ha lisiado es el recuerdo: ejercitarlo es un privilegio que me permite mi amigo Francisco Javier Quirrín.  

Añado: un colibrí ha anidado en mi jardín. Un prodigioso acto de la naturaleza que presagia tiempos mejores.  ¡Bienvenido seas!


La joya del paraíso


                     
Su vuelo es intermitente: avanza, para, observa, se eleva y luego, en una suerte de acto  circense, retrocede en un  vuelo perfecto que pretende imitar el helicóptero. Es el colibrí.  Ave diminuta que solo visita  -dicen-  las casas de la gente buena.  
En el período prehispánico, las tribus nahuas adoraron como su principal Dios a Huitzilopoztli o “colibrí del sur”.  Fue  precisamente este Dios,  encarnado en un colibrí, quien guió a los nahuas hasta encontrar al águila devorando una serpiente, afortunada señal que marcaría la fundación de la gran Tenochtitlán.
La arqueóloga del INAH  Laurette  Sejourné, sostiene que en  el lenguaje esotérico náhuatl, el colibrí significa  “El alma del guerrero que regresa del paraíso”.             
   
                             Maximiliano en la jungla 

 El regiomontano universal Alfonso Reyes, nos legó un interesante ensayo titulado “Maximiliano descubre el colibrí”, en el que relata la afición científico-literaria del noble austriaco, al emprender  un  largo viaje al  Brasil  acompañado de un profesor de botánica, un pintor, un médico y  un numeroso séquito.
 El archiduque internado en la jungla observó al colibrí y maravillado  lo bautizó como “La joya del paraíso”. Los brasileños le llaman Beija-flor, ( Besa flor) ave originaria del continente americano que es imposible mantener en cautiverio.   
El Maximiliano intelectual nos ofreció  una imagen febril que retrata  a la perfección a  la avecilla: “Es semejante a las imágenes del sueño, aparece cuando menos se le espera y huye cuando más nos atrae”. Si como dicen, el encuentro con un colibrí es considerado como un buen augurio, en el caso de Maximiliano, el presagio actuó de manera diferente en su aventura mexicana.

                           La inspiración de un cubano

Poetas, literatos y cantores se han inspirado en el colibrí, como  Alejandro García Virulo”, cubano que hizo de México su segunda patria  y  de Sonora un rincón apreciado. El artista escribió un tema de corte infantil, que recuerda a un peculiar colibrí que “estornudaba con las flores” y que al conocer una librería, “imaginó a los libros como flores de muchos pétalos y se asomó a un mundo lleno de colores… Y tanto pudo ver que quiso y aprendió a leer “.  Virulo nos regala  un bello tema musical  y  poético,  que en su mensaje didáctico incentiva a la lectura.  
 
                       La fábula del colibrí y el oso 

Se cuenta que había un gran incendio en el bosque y un colibrí pasó cerca de un oso a alta velocidad.  El oso alarmado  le preguntó: “¿Colibrí, a donde vas con tanta prisa?  El ave le respondió: “Estoy llevando agua con mi pico para apagar el incendio del bosque”. El oso malhumorado lo increpó: “¡Pero si es muy poca el agua que puedes llevar!”.  Y el colibrí con sabiduría contestó: “Yo sólo estoy haciendo mi parte”.

José Martí dijo que “Las verdades elementales caben en el ala de un colibrí”.  Esto debe ser cierto, pues en el ala de mi colibrí hay una  leyenda que reza: “Mi madre es una mujer  excepcional”.  

Que se restablezca pronto mamá. Su hijo que la adora.
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viernes, 11 de febrero de 2011

Don Valor y su reloj suizo



Don Valor llegó puntual al taller Arruza.  Tenía pendiente contarnos el desenlace de su accidente: “ Acomódense lo mejor que puedan, les voy a contar”.  Nos platicó  que la caída con su caballo percherón en la Toma de Zacatecas, le acarreó una pierna rota y una severa contusión en la cabeza.
“ Antes de esa caída  yo era muy serio, muy introvertido, como dicen ahora,  y  yo digo que  el santo porrazo en la cabeza me cambió ”.  Pancho Villa decidió que durante  la convalecencia, el joven revolucionario aprendiera un oficio y  fue así que lo nombró telegrafista, puesto que conservó hasta que arribó al poder don Adolfo Ruiz Cortines.   
En una remota estación ferroviaria en el desierto de Durango, don Valor aprendió el oficio y además, encontró una fuente de conocimientos en una surtida pila de libros que le regaló su antecesor.  Entre el esporádico reenvío de algún mensaje telegráfico y el concierto de las chicharras, sus actividades se limitaban fervientemente a la lectura y…  a quererse a sí mismo.
 Aquellos eran buenos años  - recordaba nostálgico don Valor -  y aunque el sueldo no era malo, me cansé de aquellos lejanos parajes, así que pedí un cambio de plaza, para cuando menos conversar con alguien“.  “¿Nomás conversar?” preguntó “El  Negro “.  Don Valor registró  la ironía del mecánico, pero la ignoró.  “ Yo quería regresar a Zacatecas para  ver si recuperaba mi reloj  Boum en Mercié” que perdí.  Para darle un sello de  autenticidad a su relato, don Valor pronunciaba la firma relojera con un marcado acento francés.  “ Yo tenía idea por donde había caído con mi Pourcel, así que una tarde de marzo me dirigí a las faldas del cerro de la Bufa.  Habían pasado poco menos de 9 meses. Puse mis manos en visera inspeccionando el paraje; revisé cuidadosamente bajo una nopalera; me acerqué a un mezquite y de repente un rayo del sol me lo descubrió: ¡Era mi reloj! ¡Y aun tenía cuerda! Marcaba la hora exacta, las cinco menos diez“.
El viejo hizo una de sus acostumbradas pausas, para sondear el ambiente que  en nosotros, creaba su relato.  Y el “Negro”, divertido, preguntó: “Vamos viendo don Valor, ¿ cómo estuvo eso… cómo que el reloj todavía tenía cuerda?  Don Valor respondió con el vigor que da el convencimiento: “El reloj estaba funcionando, como lo oyen y,  además, resplandecía como cuando lo compré en el Palacio de Hierro.  ¡Claro! No lo voy a negar,  al verlo yo también me asombré, hasta  llegué a pensar que era cosa del Diablo, así que lo dejé en su lugar y  me escondí tras unas  piedras, picado por la curiosidad. Ya estaba pardeando cuando la vi desde el agujero inspeccionar cautelosamente el entorno. Era una cascabel como de dos metros, que salió de su guarida al pie del mezquite y  cadenciosamente pasó su cuerpo sobre el reloj y, es entonces que lo comprendí todo: la víbora salía a su ronda nocturna, pasaba sobre el reloj, lo limpiaba, y de paso  “ le daba cuerda”; en su regreso hacía lo mismo, así que  ¡el enigma estaba resuelto! Y, como que hay Dios, que desde aquellos años jamás  me despego de  mi reloj, y  es el que ustedes van a  ver precisamente en este momento”. Don Valor se arremangó lentamente la camisa y paseó ante nuestros ojos un reloj muy viejo. No podría yo asegurar que fuera de una marca prestigiada. Pero eso era lo que menos importaba.

Don Valor se va

Por mis estudios me ausenté del taller Arruza y regresé en las vacaciones del verano del 73, y fue entonces que lo vi por última vez. Sus 89 años eran un pesado fardo sobre sus espaldas; sus ojos cansados se escudaban tras unas gafas oscuras; sus piernas torpes se auxiliaban con un andador. Pero ahí estaba, a las 11 en punto, como todos los sábados. Con una voz triste nos anunció: “ Vengo a despedirme de todos ustedes. Muy pronto haré un viaje muy largo. El más largo que yo he hecho y sin embargo, estoy tranquilo”. El silencio se apoderó del taller. “El Negro” le palmeo cariñosamente la espalda: “ Vamos, ánimo don Valor, a echarle ganas, aun le faltan algunos años por vivir“. El viejo lo miró extrañado y le respondió: Mira “Negro” yo a donde me voy es a Los Angeles, donde me espera mi hija Laurencia con los nietos, así que después de navidad por aquí nos vemos“.
 



Con los años comprendí que había conocido a un cuentero, un fabuloso contador de historias que echaba a volar la imaginación, con el colorido y  la  libertad de una parvada de tucanes.  

Don Valor era un cuentero, uno de esos fabulosos seres que los tiempos enterraron y que hoy, son solo un pintoresco recuerdo. El oficio de inventar  mundos con el  auxilio del verbo ha desaparecido. ¿Cuál será el motivo? ¿Será acaso que nos hemos contagiado irremediablemente de realidad?