viernes, 15 de abril de 2011

En tierra de felinos


                 
Desde nuestro campamento se observaba majestuoso  el Kilimanjaro, la montaña más alta de Africa; los Masai le llaman “Ngáje Ngui”, que significa “La casa de Dios”.  Cuenta Hemingway  que en la cima del volcán de  las nieves eternas, se encontró  el esqueleto seco y helado de un leopardo que  nadie ha podido explicar su presencia por aquellas alturas.
La montaña que es compartida por Kenya y Tanzania, está rodeada de exuberante flora y exótica fauna.
A los pies de la montaña, las jirafas “ ramonean” tranquilas en las copas de las acacias.  Por la vastedad de los  pastizales  los impalas surcan  el  aire con  la elegancia de los gimnastas.  Los rinocerontes, los búfalos y  
los elefantes pastan tranquilos a sabiendas que su principal predador dormita  a prudente distancia. 
A lo lejos dos guerreros Masai pastorean sus reses empuñando sendas lanzas para proteger su ganado y su propia vida. Por su porte y  gallardía los Masai son considerados la realeza africana. Son un pueblo nómada que transita libremente por las tierras africanas ignorando fronteras.
En la década de los 70s el gobierno keniano, emprendió  una iniciativa bien intencionada pero torpe: les construyó un desarrollo  habitacional con estilo occidental. Las casas solo fueron ocupadas por alimañas y maleza. 
    Un viaje largo
Acompañando a un equipo de especialistas en varias disciplinas, y yo registrando en video y fotografía,  recorrimos  varios países del este africano. Me encontraba en un safari, que en swahili significa “viaje largo”. El objetivo  era recolectar la variada fauna y flora del este de Africa, para recrear con fines didácticos los dioramas del Museo de Historia Natural del condado de Los Angeles.
Teníamos la encomienda de cazar diferentes mamíferos, en especial felinos, cuyos permisos fueron debidamente autorizados por el Departamento de Fauna de Tanzania. Cruzando las vastas llanuras del Serengueti  llegamos a  Maswa, tierra de los leones más salvajes de Africa.  Es preciso aclarar  que los leones que usted ha visto en documentales son filmados en reservas protegidas, donde las fieras saben que no serán molestadas por el ser humano y  por lo tanto toleran su cercanía. En cambio, los leones de Maswa son salvajes, algunos son conocidos como Man-eaters (devoradores de hombres ) peligrosos  felinos que con 250 kilos de músculos , fauces y garras asolan las aldeas y el ganado , y además, devoran a un promedio de  40 personas al año.  
   Un león acorralado  
Después de 4 arduos días de intensa búsqueda, encontramos un búfalo con las señas de haber sido de aniquilado por un león. El guía encontró las huellas del felino y las seguimos. Después de una larga caminata, descubrimos  al león melena negra  tomando agua en un arroyo al fondo de un cañón cerrado, flanqueado por enormes rocas.
Al olfatear nuestra presencia, el imponente felino dejo de beber y se dedicó a observarnos con una mirada profunda.
Pasaron unos segundos, y el  experimentado cazador nos hizo señas para alejarnos. Al llegar al campamento le pregunté el motivo de la retirada. Su razonamiento fue una lección: “ Mira Franco, en esa cañada el león no tenía otra salida;  yo pude haber disparado con éxito, pero de haber fallado, el  león hubiera arremetido contra nosotros  con  tremenda furia y nada, ni nadie, hubiera sido capaz de detenerlo.  Por seguridad -me explicó-  una  bestia debe tener  cuando menos una vía de escape. Con la boca seca le di un profundo trago a mi copa.
Extrapolando esa experiencia  al momento que vivimos en nuestro país, me parece que el acorralar, amedrentar y acosar es exponerse  a correr el terrible riesgo de enfrentar la muerte: todos los mexicanos somos testigos de ello.  Pienso que a diferencia de la ley de la selva,  aquí el triunfo no corresponderá al más fuerte, sino al más inteligente.

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