Su vuelo es intermitente: avanza, para, observa, se eleva y luego, en una suerte de acto circense, retrocede en un vuelo perfecto que pretende imitar el helicóptero. Es el colibrí. Ave diminuta que solo visita -dicen- las casas de la gente buena.
En el período prehispánico, las tribus nahuas adoraron como su principal Dios a Huitzilopoztli o “colibrí del sur”. Fue precisamente este Dios, encarnado en un colibrí, quien guió a los nahuas hasta encontrar al águila devorando una serpiente, afortunada señal que marcaría la fundación de la gran Tenochtitlán.
La arqueóloga del INAH Laurette Sejourné, sostiene que en el lenguaje esotérico náhuatl, el colibrí significa “El alma del guerrero que regresa del paraíso”.
Maximiliano en la jungla
El regiomontano universal Alfonso Reyes, nos legó un interesante ensayo titulado “Maximiliano descubre el colibrí”, en el que relata la afición científico-literaria del noble austriaco, al emprender un largo viaje al Brasil acompañado de un profesor de botánica, un pintor, un médico y un numeroso séquito.
El archiduque internado en la jungla observó al colibrí y maravillado lo bautizó como “La joya del paraíso”. Los brasileños le llaman Beija-flor, ( Besa flor) ave originaria del continente americano que es imposible mantener en cautiverio.
El Maximiliano intelectual nos ofreció una imagen febril que retrata a la perfección a la avecilla: “Es semejante a las imágenes del sueño, aparece cuando menos se le espera y huye cuando más nos atrae”. Si como dicen, el encuentro con un colibrí es considerado como un buen augurio, en el caso de Maximiliano, el presagio actuó de manera diferente en su aventura mexicana.
La inspiración de un cubano
Poetas, literatos y cantores se han inspirado en el colibrí, como Alejandro García “ Virulo”, cubano que hizo de México su segunda patria y de Sonora un rincón apreciado. El artista escribió un tema de corte infantil, que recuerda a un peculiar colibrí que “estornudaba con las flores” y que al conocer una librería, “imaginó a los libros como flores de muchos pétalos y se asomó a un mundo lleno de colores… Y tanto pudo ver que quiso y aprendió a leer “. Virulo nos regala un bello tema musical y poético, que en su mensaje didáctico incentiva a la lectura.
La fábula del colibrí y el oso
Se cuenta que había un gran incendio en el bosque y un colibrí pasó cerca de un oso a alta velocidad. El oso alarmado le preguntó: “¿Colibrí, a donde vas con tanta prisa? El ave le respondió: “Estoy llevando agua con mi pico para apagar el incendio del bosque”. El oso malhumorado lo increpó: “¡Pero si es muy poca el agua que puedes llevar!”. Y el colibrí con sabiduría contestó: “Yo sólo estoy haciendo mi parte”.
José Martí dijo que “Las verdades elementales caben en el ala de un colibrí”. Esto debe ser cierto, pues en el ala de mi colibrí hay una leyenda que reza: “Mi madre es una mujer excepcional”.
Que se restablezca pronto mamá. Su hijo que la adora.
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