miércoles, 21 de julio de 2010

Es peligroso ser sincero

Seguramente usted ha escuchado cuando una persona con voz engolada deja caer como un pesado fardo la expresión: “ Yo siempre digo lo que pienso “. Cuando esto sucede, que desgraciadamente es muy seguido, me limito a enarcar la ceja y emprender la retirada. Pues reconozco qué corro el riesgo de que por su mente cruce una centella de franqueza, y reciba una estocada: “ Pero mire nomás, que canoso está usted “. Ni hablar, la frase me obliga a refugiarme en las bondades de Just for men y peinar una testa de azabache.


Catalina la Grande en su carta a Senac de Meilhan, sostenía que “ No todas las personas pueden soportar la crudeza de la verdad y la franqueza”. Claro, esto lo decía la soberana rusa en el lejano siglo XVI. En el México actual el recato y las buenas maneras, son poco menos que un concepto demodé.

La ropa sucia se lava en plaza

Tengo la impresión que esta oleada de destemplada sinceridad del pueblo mexicano, fue alentada en gran medida por la televisión con los decadentes “ Talk shows”. Usted seguramente recuerda aquella peste electrónica que infectó nuestros hogares. La tesis que lanzaron esos programas fue: “Usted diga aquí lo que piensa, no se quede con nada “. Fue así como la pantalla se inundó de podredumbre, recordemos : “¡Que pase la amante “!, brama la dama del micrófono , y arriba al estudio una mujer oronda que mira de reojo a una humilde mujer que llorosa se acurruca en sus dos hijos: “ Si, señorita Laura, hace dos años que sostengo relaciones con Calixto y tenemos tres hijos: él es mío, solo mío…“. El llanto de la esposa agraviada arrecia, para deleite del morbo nacional. Encandilado por las luces del estudio, un desconcertado Calixto exhibe sus miserias carnales en cadena nacional, y afirma envalentonado: “ La verdad es que yo las quiero a las dos y estoy dispuesto a mantenerlas… si ellas me aceptan”. El llanto de la esposa se torna en un alarido captado detalladamente por las cámaras. Antes de mandar a comerciales la conductora inyecta la ponzoña que alienta el rating: “ No se despegue de ese televisor, Calixto tiene un secreto más que hoy nos va a revelar : ¡El tiene otra relación en su trabajo y es …con un hombreeee!“.

Una televisión de servicio

Los mexicanos no merecemos esa televisión. Su noble sentido pedagógico y cultural se ha ignorado para privilegiar a la estulticia, para dar rienda suelta a la barragana vulgaridad.

La televisión comercial se empeña en entretener sin formar; se empeña en mantener la atención nacional bajo una programación alejada diametralmente de la realidad nacional. El país se encuentra atomizado en sus regiones ante la ausencia de una política de comunicación que las vincule. ¿Sabe usted cómo viven los yucatecos?; ¿Conoce usted sus problemas y como los enfrentan?, ¡Claro que no!, de la misma manera que los peninsulares desconocen a los ganaderos sonorenses, y estos a los pescadores veracruzanos.

Las estrategias de imagen de nuestro país se siguen dictando desde la capital de la república, con un torpe desconocimiento de nuestras demandas como nación.

Creo en una televisión de servicio para el mexicano. Una televisión demócrata, cultural y formativa. Una televisión inteligente que estimule el progreso nacional. Esta televisión la deberá ofrecer el estado mexicano, pues usted coincidirá conmigo que los atributos antes mencionados, no serán tomados por la televisión comercial, simplemente porque no corresponden ni a su perfil ni a sus intereses.

Entremos en sintonía: podemos soportar una televisión comercial, siempre y cuando, el estado mexicano nos proporcione una opción diferente. No creo que sea mucho pedir. ¿O, sí ?

Alguna vez y frente al paraninfo de la Ateneo Fuente, institución educativa saltillense de gran prestigio, me atacó el “hervor de pecho” y solté una frase indiscreta que fue reprobada elegantemente por mi tío Javier: “ Nunca se te olvide sobrino que la demasiada sinceridad cae en la grosería “.

Hoy me atrevo a decir contagiado por una sinceridad meridiana: ¡Pero qué pésima televisión tenemos en México!. Usted sabrá disculparme tío.

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