lunes, 9 de agosto de 2010

Dogma que se explica se vuelve ponencia


Para mi amigo Oscar Arguelles Dorantes

El mexicano nace, crece, se reproduce y se marcha al D.F..

El pasado fin de semana lo comprobé: la ciudad de México como una enorme convención de comunidades, se ha convertido en una megalópolis, o lo que es ya, virtualmente, otro país.

Llego a esa área del pasado que es el Centro Histórico, donde sus voces luchan por ser escuchadas: “¡Taxi! / Echele ojo, marchante./ ¡Pásele, pásele! / Orale, no empuje. / Oríllese a la orilla. / Viene, viene…”

Abordo un Ciclotaxi, raro vehículo de manufactura china, que el pedaleo humano y una batería, lo convierten en un transporte público anticontaminante. Me informa el chofer que el proyecto se lo presentaron a Marcelo Ebrard, de quien recibieron el apoyo para formar una flotilla de 130 vehículos.

Si usted no tiene prisa, y no lo acompaña su familia, esta es una opción práctica y económica para moverse en un espacio con 500 años de historia.

Allá en la fuente había un chorrito…

Llego a la Plaza de Santo Domingo, donde los evangelistas del siglo XIX que solían escribir encendidas cartas para los enamorados, son, junto con el Pregonero, el Sereno, y el Aguador, uno más de los oficios que ha engullido la modernidad. Frente a Doña Josefa Ortiz de Domínguez con su chongo de bronce, un solitario organillero interpreta “ Dios nunca muere”. Ahí enfrente, se yergue el edificio colonial que fue la Casa de los Marqueses de Villamayor y que ahora hospeda a la SEP. Muy lejanos quedaron los tiempos en los que los maestros federales eran recibidos personalmente por el Secretario de Educación Pública. Otros eran los funcionarios, otros los maestros: ahora, estos últimos, en su desesperación, destruyen las puertas de lo que en justicia, debería ser su casa. La sola mención de personajes como Vasconcelos, Yañez, Torres Bodet y Reyes Heroles, confirma que el Secretario de Educación Pública culto, es otro más de los oficios perdidos.

El destape del Zócalo

Camino sus calles, admiro sus casonas, platico con los vecinos, huelo y gozo de su gastronomía: hoy el Centro Histórico se ha convertido en un lugar limpio, seguro, un espacio en el que se deambula día y noche con la mayor tranquilidad. Aquel reclamo airado que hizo público María Félix, finamente fue escuchado y atendido.

Desayuno en uno de los cafés del centro y veo pasar legiones interminables de mexicanos portando todo tipo de pancartas, y lanzando consignas con el puño al aire. Son los seguidores del “Peje” en su destape para el 2012. La leyenda en una lona mueve mi perspicacia: “ La principal diferencia entre los que triunfan y los que fracasan es que los primeros saben superar sus reveses.“ ¿Será?.

Un legado para México

A dos cuadras del Zócalo por la antigua calle de Plateros, hoy Madero, se encuentra el Museo del Estanquillo con su exposición “México a través de las causas “. Extraordinaria colección de cientos de artículos, como estampas, fotos, carteles, videos, caricaturas, esculturas etc, que donó Carlos Monsiváis, el verdadero cronista de la ciudad de México. Adquiero en su librería su último libro “Apocalipstick”, un legado que el intelectual dejó a todo aquel que se interese por conocer los entresijos de la gran capital. En su primer capítulo leo: “Cada vez que la Identidad Nacional agoniza alguien, para resucitarla, grita ¡¡Gol!! “. Monsiváis confirma conmigo, que sus reflexiones mueven a la acción: me dirijo a C. U. a presenciar el juego de los Pumas de la UNAM contra los Choriceros del Toluca.

Me siento en medio de fieles seguidores de los Pumas como la familia Schuster: entre las porra “Plus” y la del “Rugido”, el nombre de la primera se explica asimismo, no así la de la segunda, y me explican: “El líder de esa porra es un tipo alto que acostumbra tomar una cerveza de un solo jalón, para luego lanzar al viento un victorioso eructo.”

Frente a nosotros y bajo el pebetero, se encuentra la famosa porra “Rebel” y su canto de guerra multitudinario: “ Cómo no te voy a quereeeer…” Me presentan a otro personaje futbolero, el líder de la porra “Violencia”, su apodo es justo y preciso: “ El niño sin amor”. Me muestra orgulloso su pasión puma tatuada en la espalda; me confiesa con una sonrisa que es fanático de los felinos desde 1976.

Los Pumas le abollaron la corona a los choriceros, al triunfar 2 tantos contra uno. Con el sonido intermitente de la lluvia y una temperatura de 18 grados, tomo el avión de regreso a mi querida Sonora; atrás quedó la urbe del altiplano, con sus contradicciones, con sus enigmas, pero también con su embeleso. Quizás y precisamente por todo ello, Alfonso Reyes la bautizó venturosamente como “La región más transparente del aire.”

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