
Hermosillo, Sonora, 2 de abril del 2010
Carlos: me acabo de enterar que estás en terapia intensiva. Me lo había comentado hace dos semanas Susana Vidales, a quien bien conoces: “ Monsi se siente mal, ¿ No te has dado cuenta que hace tiempo que no aparece en el “ Noticiero” de López Dóriga?”. Por ello, desde Hermosillo te escribo ésta con el cariño y la admiración de siempre.
Mira, tú bien lo sabes, para mí como para mi generación tus artículos han sido por décadas una referencia obligada: “¿ Ya leíste “Por mi madre bohemios?”. “Y ahora : ¿ a quién le pega? ”
Tu crítica aguda sobre la verborrea insulsa de los hombres del poder es - nadie lo duda- un estilete florentino que se hunde en lo más profundo de la estulticia nacional.
Algunas voces confesionales, consideraron a tus libros como “poco recomendables”. ¡Qué ingenuos! lo único que lograron fue que los lectores se volcaran en las librerías buscando tus títulos. ¿Recuerdas la polémica del Crimen del Padre Amaro?
Tu alguna vez lo afirmaste: “Todo lo prohibido es compulsivo”. Y mira, como siempre, la razón te asiste. Lo comprobó Fuentes con “ Aura” ante la censura inquisitorial de Abascal. Te adivino mimando a uno de tus diez gatos y riendo por aquella iniciativa absurda.
Monsi: ¡ Como te gustan los felinos!. Tu mismo lo has dicho: ” Un gato es nuestra posibilidad de acariciar a un tigre.” Fíjate que me llama la atención la proclividad de los intelectuales por los gatos: ¿ Recuerdas el sufrimiento de Borges ante la muerte de su minino “Beppo”?. Por supuesto que gozaste a Neruda cuando en su “Oda al gato” decía : “ Oh fiera independiente de la casa, arrogante vestigio de la noche… policía secreto de las habitaciones “. Y ya ni hablar de Elena Garro, y su departamento parisino habitado por sus espectros y sus decenas de gatos.
Hoy deseo que te rías, que salgas airoso del trance en que te encuentras, por ello te quiero recordar la primera vez que pisaste un estudio de Televisa. Probablemente lo recuerdes: tu editorial Grijalbo te hizo madrugar para promocionar un libro en el programa “ Hoy Mismo”. En 1988 era la emisión matutina de más alto rating en la estación del ”Tigre” Azcárraga. Estabas desvelado, hubiera jurado que la noche anterior habías leído de corrido la “Guerra y la paz “. El director de cámaras se regodeaba en mostrar al televidente tu cabellera hirsuta; tampoco faltó la toma indiscreta a tus pies, que descubría en cadena nacional que los intelectuales no usan calcetines. Guillermo Ochoa, dueño de la emisión y con un dejo de prepotencia anunció: “Tenemos en ésta mañana al periodista y escritor Carlos Monsiváis, que viene a platicar de su libro “Escenas de pudor y liviandad” que recientemente ha visto la luz “ . Monsi, te recuerdo: tú lo observabas con atención, medías una a una sus palabras y simplemente asentías. “Carlos, éste libro nos habla entre otras cosas de tu afición por el cine y yo… mmm, yo quiero hacerte una pregunta: hoy que nos ven millones de televidentes dinos Carlos : ¿ Estarías dispuesto a hacer un desnudo en el cine? “ . “ Mire usted, si fuera un desnudo artístico… ¡ No !.” La respuesta desconcertó a Ochoa que no tuvo más remedio que mandar a comerciales. Yo apagué el televisor y salí a buscar el libro.
Carlos: quiero seguir contando con tu presencia: una presencia obligada en un momento que al parecer la nave ha perdido el timón. Aún no asimilamos ni se resuelven los asesinatos de los estudiantes del Tec, ni los de Acapulco, ni los que mañana se acumulen en Ciudad Juárez, cuando ahora el crimen de una niña tiene atribulado al país entero.
¿ No te parece mi buen Carlos que estamos al filo del abismo y alguien tambaleante se aproxima a nuestras espaldas ?.
Es verdad, hoy estamos expuestos a un maremágnum de información como nunca en la historia de la humanidad, por ello, me quedo con una más de tus frases brillantes… una más: “ Yo ya no sé si no entiendo lo que está pasando, o ya pasó lo que estaba entendiendo “.
Monsi: los gatos están tristes: ¿ Cuando te dan de alta?.
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