domingo, 21 de marzo de 2010

Y los Mayos fueron campeones



“Si usted tiene un enemigo, no lo ahorque, no lo fusile, no lo queme, simplemente, métalo de ampayer “.



Oscar “Rapido” Esquivel

Mi tío Vale era su fanático número 1 en el norte de la república. Viajaba muy seguido a Monterrey exclusivamente para verlo jugar con los Sultanes. Se llamaba Héctor Espino González: “El Superman de Chihuahua”. Mi tío atesoraba un “Superhit” con la imagen de Espino, y su dedicatoria: “Para mi amigo Lagunero Valentín Becerra Maciel”. Todo eso nunca se me olvidó .







En la tierra del beisbol

Años después, en el camino a Navojoa Oscar “Rápido “ Esquivel “con su estilo singular me dijo: “ Usted nomás no se deje de preocupar, yo le presento a Espino… en su momento “. Y sí, me lo presentó.
Había aceptado dirigir para televisión la transmisión de los juegos de la Liga del Pacífico en enero de 1979. Gira que iniciamos en Mazatlán y finalizó en Navojoa. Había un problema: yo no conocía de beisbol. Lo más cercano que había estado del deporte, fue cuando en una liga infantil me enojé por un “strike injusto” y en vez de pegarle al ampayer, le estrellé el bat en la cabeza a Enrique el “Negro” Galindo, cátcher que se burló de mi “abanicada”. Me expulsaron, aún creo que injustamente.
Ahora estaba en Sonora, la tierra del beisbol, con un staff de 3 camarógrafos, dos ingenieros encargados de la microonda y la instalación técnica y como locutor el “Rápido Esquivel “, quien transmitía para radio y nos “colgábamos” de su narración para televisión.
Rápidamente me sinceré con el “Rápido”: “Don Oscar, yo conozco de televisión, pero nunca he dirigido para beisbol. Me miró fijamente: “ Vaya, vaya… entonces usted va a tomar un curso intensivo de beisbol; durante la transmisión usted nomás escúcheme y sígame.” Y, sí, eso fue lo que hice y creo que las transmisiones salieron más o menos bien.
Aquella fue una gira que fue una ráfaga: una noche en Mazatlán, otra en Mochis; un día de descanso y a la siguiente plaza.
Así llegamos a los juegos de Play Off: se enfrentaban los Naranjeros de Hermosillo contra los Mayos de Navojoa.
Una transmisión de televisión a punto de cancelarse
Un día antes del primer juego cayó un diluvio en la Perla del Mayo; la noche reservada para la instalación técnica y a una cuadra del Estadio Manuel “Ciclón” Echeverría, el camión de la unidad técnica se “entrampó” en un lodazal. Tratamos infructuosamente de sacarlo y como “vaca echada” se negó a moverse.
Como responsable de la transmisión, en mis tímpanos retumbaba la definición precisa de mi jefe: “Responsable es el que responde “. Me dije: ¿En Navojoa, a quien conozco? Me acordé de mi compañero de estudios Arturo Almada Almada y, me dediqué a buscarlo. Alguien me dijo: “Seguramente Arturo está en el casino.” Y… allá me apersoné. Un mesero lo señaló: “Allá está él, mire en aquella mesa.” Pues no, no era mi amigo, pero era su padre, Don Arturo D. Almada. Me identifiqué, le expliqué el problema y, decidido como son los Mayos, nos llevó a un corralón y en medio de la lluvia, se arremangó la camisa y trepado sobre una moto-conformadora, le pegó dos enérgicos tirones al camión que lo liberaron de aquella tumba de fango.
Gracias a Don Arturo hubo transmisión y, lo mejor de todo: conservé mi empleo.


La noche de Navojoa

En el primer juego se dio un tremendo duelo de pitcheo entre Randy Nieman por Navojoa y Dave Rajsid por Hermosillo.
La pizarra estaba en blanco cuando el “Rápido” dijo al aire: “Que barbaridad, que juego tan aburrido, aquí el único “envasado”, ¡Soy yo”!
Después de una serie muy reñida los Mayos se llevaron el triunfo. En Navojoa explotó la alegría: el pueblo entero celebró la victoria hasta el amanecer. Era el 30 de Enero de 1979, fecha que los Mayos nunca olvidarán.

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