miércoles, 8 de diciembre de 2010

¿ El sueño se acabó?


Un sueño que sueñas sólo, es solamente un sueño.
Un sueño que sueñas acompañado, es una realidad. 
John Lennon

Los británicos sufrían la pesadilla germana. La tormenta de los V2 abatía a fuego  y  sangre las calles londinenses.  A  tan sólo 350 kilómetros de la capital británica, en el grisáceo puerto de Liverpool, nacía el niño John Lennon.  Era el 9 de octubre de 1940. 
Mientras la  garra de Hitler aprisionaba a los ingleses, el primer ministro Winston Churchill, recurrió  a la flema británica y  ofreció a su pueblo: “ Sangre, sudor y lágrimas”.Inglaterra sufrió, sola, los embates del III Reich, hasta que el mundo despertó a la cordura y arribó la solidaridad.John Lennon vivió la crudeza de la economía de la post-guerra, cuyos efectos marcaron no sólo su personalidad sino las de toda su generación.
                         
La generación del pelo largo

Lennon y los Beatles, influyeron en una juventud que creyó que la convivencia civilizada era posible, y se atrevió a soñar con un mundo sin violencia.
Es la misma generación que protestó abiertamente ante la guerra de Viet-nam; la generación que fue reprimida en las universidades de Berkeley y Kent;  una generación cuyos ideales fueron combatidos con bayonetas tanto en las calles de París, como en la Plaza de Las Tres Culturas.       
                                         
El siglo de los 60´s

La década de los sesentas fue en realidad  un siglo.  Los múltiples acontecimientos políticos, económicos  y socio-culturales vividos en apenas diez años, tuvieron una clara influencia mundial, hasta ese momento, jamás experimentada.  
Para confirmarlo, lo invito a  una visión express:  en 1960 nacieron los Beatles;  en 1961 Yuri Gagarin giró alrededor de la tierra, al año siguiente hizo lo propio John H. Glenn; en 1963, el mundo lloró dos veces: primero por  Juan XXIII y luego por John F. Kennedy; Martin Luther King en 1964,  recibió el premio Nobel de la Paz; en 1965 los Rolling Stones llevaron  al tema Satisfaction  al primer lugar del Hit Parade: hay quienes lo señalaron como pornográfico, juicio moral  que alegró al grupo; En 1966 China inició su revolución cultural, cuyo rumbo sigue en marcha;  dos noticias marcaron el año de 1967, una jubilosa: se publicó Cien años de soledad, la otra deleznable, asesinaron al Che.  En 1968, la imaginación pretendió el poder y  sobrevino el zarpazo. En 1969  los norteamericanos llegaron a la luna. En 1970 y para sellar la historia de los Beatles, apareció el  albúm Let it be,  aunque fue grabado antes que Abbey Road.

Somos más famosos que Jesucristo

Los Beatles es el grupo musical más influyente de la historia. El liderazgo ideológico del grupo lo encarnó John Lennon, dueño de  un firme compromiso social con las clases trabajadoras. Sin embargo, la fama suele ser enervante.  En 1966, John Lennon declaró al vespertino londinense Evening Standard: “ Somos más famosos que Jesucristo “.  La frase escandalizó a las buenas conciencias y según algunos siquiatras, fue  el  germen  que anidó en la patología mental  de Mark David Chapman y unido a los traumas propios, motivó el crimen.
Meses antes del magnicidio leí  una entrevista  de John Lennon, en la que  un periodista le preguntó por su seguridad personal en  sus cotidianos paseos por Central Park:  “ John:  ¿ Qué haría usted si alguien durante sus paseos intenta agredirlo?.”   John impasible respondió: “ Yo corro “.  El entrevistador insistió:  “ ¿ Pero si el individuo corre detrás de usted?”.  “Ah bueno - respondió Lennon - entonces… yo  corro más rápido”.  Lennon era un pacifista, su vida y su obra así lo reflejan.

El  8 de diciembre de 1980, hace 30 años, cayó John Lennon frente a las puertas del edificio Dakota en Nueva York. No tuvo la oportunidad de correr.  Chapman lo  asesinó a traición.

 ¿El sueño se acabó?.  No lo sé. Quizá sea necesario despertar para seguir soñando.

viernes, 3 de diciembre de 2010

El descanso del guerrero



Su nombre es sonoro y armónico: Abelardo Casanova. La primera vez que lo escuché fue por una frase elogiosa pronunciada por el columnista de Excelsior Manuel Buendía, un hombre poco afecto a la lisonja. Desde ese momento supe que Abelardo Casanova era reconocido por sus pares como un destacado periodista. Activo el recuerdo: el verano de 1983 me topé con el calor sonorense, que solo amainó la refrescante amabilidad de Francisco Casanova Hernández y un tarro de cerveza en El Corral. Se tendían los primeros lazos de amistad con los Casanova.

Los primeros años de mi estancia en hoy mi ciudad, escuché atentamente las anécdotas sobre Casanova que atesoran todos aquellos que bajo su directriz se iniciaron en el periodismo sonorense.

Leí algunas de sus extraordinarias columnas así como sus dos libros; en los tres espacios descubrí su prosa fina, efecto inequívoco de un amante de la lectura. Conocí el sentido del humor del periodista, virtud que era su segunda piel.

Sus señalamientos tenían la precisión de la ballesta, producto del análisis de un libre pensador: su crítica aunque aguda, era respetuosa; su ironía fue siempre un exquisito mensaje cifrado.

A mí, mi “chayo”… y me callo

Abelardo Casanova encabezó en Sonora el periodismo comprometido con la defensa de la comunidad, siempre alejado, muy alejado de la vulgar prebenda que marca al deshonesto y contamina al medio de comunicación.

Le cuento una anécdota que lo confirma: En la década de los setentas uno de sus reporteros recibió de un funcionario un sobre con un billete de 500 pesos: en el medio, se le conoce a esto como “embute” o “ chayote”. El robusto reportero le informó puntualmente a su director.

La orden fue precisa: “Investiga donde se hospeda, luego vas al VH y con éste billete le compras un arcón de navidad y se lo llevas a su hotel con ésta tarjeta”. Norberto Aguirre Palancares, apenado se disculpo con Casanova. El mensaje era claro: el periódico Información era un terreno limpio, donde no germinaba la corrupción.

Casanova y el movimiento estudiantil

La valerosa defensa de Abelardo Casanova para los movimientos estudiantiles del 67 y 73, le valieron de uno de sus detractores el mote de “ El hippie viejo”: apodo francamente elogioso, comparado con los que se endosaron mutuamente los otros dos columnistas de la época. Por las bardas de la capital de Sonora brotó la infamia que cuestionaba la credibilidad del periodista: “Casanova miente”. El cetáceo socio-político regional daba coletazos al ser exhibido por un periodismo democrático y libertario.

Casanova editor

En su deceso se ha repetido lo verdadero: “Pionero del periodismo televisivo en Sonora”; “Un periodista culto”; “Hacía de la honestidad una práctica cotidiana”. Me permito agregar un dato: su fecunda labor como editor, ya que como Director de Publicaciones del Gobierno del Estado de Sonora, responsabilidad que ejerció entre 1987 al 1994, se publicaron y reeditaron a los mejores escritores sonorenses. Hermosillo es algo más que urbanismo y productividad: es la identidad que la huella de hombres como don Abelardo le han conferido.

Casanova el conversador

Lo afirma Vicente Leñero: “Siempre es un placer oír hablar a los que escriben”. La conversación con don Abelardo era eso: un placer. El periodista sabía rescatar hasta de los actos triviales, una enseñanza.

De entre muchas anécdotas que le escuché, recuerdo una: aficionado al boxeo, desde Joe Louis, pasando por el “Púas” Olivares hasta llegar a Pacquiao, brota la frase brillante: “En la vida como en el box, es mejor dar que recibir”. Así es mi querido don Abelardo, esa fue su divisa, precisamente, esa.

Gracias don Abelardo por sus consejos, por su ejemplo, por su amistad, por su bonhomía.

Va todo mi amor para la doña Czarina; va todo mi cariño para mis amigos Pancho, Yayo, Juan Antonio, María del Carmen y María de los Angeles.